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  EL JUEGO Y LOS JUGUETES

LOS HECHOS

 

Todo niño necesita estímulos: cosas para tocar, gustar, oler, mirar, manipular y explorar. Los juguetes pueden ser una ayuda importante en ese sentido, e incluso integrarse en su mundo infantil. Sin embargo, y con todo lo emocionantes e imaginativos que puedan ser los juguetes, no son sino una pequeña parte del mundo real. Aunque los fabricantes pretendan persuadirnos de lo contrario, un niño no puede desarrollar toda su potencialidad con simples réplicas reducidas de nuestra cultura material.

Además, no debemos olvidar que muchas de las cosas que fascinan a un niño no pueden ser fabricadas: los caracoles y las conchas, la arena y el agua, las flores y la hierba; ese mundo tan cercano a la tierra, que a menudo ignoran los adultos, porque perdieron la capacidad de mirarlo con ingenuidad y asombro.

La industria de juguetes infantiles –pese a la tremenda competencia del ordenador para niños- es la cuarta por volumen de ventas del Estado. Por otra parte, los juguetes son uno de los productos más anunciados del mercado, ocupando muchos minutos durante las horas punta de la programación infantil de televisión. Pero, ¿son realmente capaces de ofrecer un “ludismo imaginativo” al niño, como prometen? Muchos no, y todo padre sabe que sólo algunos –generalmente los más sencillos y adaptables- reciben la atención del niño; el resto sólo sirve para llenar las cajas y estanterías.

Las consecuencias ambientales de semejante despilfarro son enormes y, lo que es peor aun, los niños aprenden desde muy pequeños que otros objetos sustituirán sistemáticamente a los artículos de entretenimiento de ayer.

Un pequeño pero creciente grupo de padres y fabricantes de juguetes  está rebelándose contra esta tendencia, creando juguetes imaginativos y adaptables, a partir de materiales seguros y naturales. Además, diversas ciudades europeas tienen “tiendas de chatarra”, que proporcionan restos industriales útiles para los colegios y grupos de juego.

 

 

QUÉ DEBE CAMBIAR

 

Debemos ver el juego como una integración del mundo real con la creatividad y capacidad de invención del niño. Para ello, hemos de apartarnos del auge actual de los juguetes que “hacen todo solos” y ofrecen una escapatoria constante del mundo; busquemos artículos de juego que involucren al niño en ese mundo. Por otra parte, los fabricantes deben impulsar juguetes con materiales y filosofía más ecológicos.

Las ludotecas han de integrar más juegos que agudicen el ingenio y la solidaridad. Las escuelas deben incorporar ludotecas y hacerlas atractivas.

 

 

 

QUÉ PUEDES HACER

 

 

· Intercambia con otras familias los juguetes que tus hijos ya no usen: la mayoría de los niños son incapaces de disfrutar con todos los objetos que poseen. Si no soportas deshacerte de algo, guárdalo para que se convierta en una sorpresa agradable para el niño al cabo de pocos meses. Evita que llegue a pensar que le “sobran” juguetes.

 

 

· Tira los juguetes rotos que no se puedan arreglar; son tan frustrantes para el niño como para ti.

 

 

· Proporciona arena, agua, pintura y ropa a tus hijos para que se disfracen y jueguen.

 

 

· Compra juguetes duraderos y adaptables, hechos con materiales naturales, y aprende a decir no cuando ignores cómo podría beneficiarse tu hijo con determinado juguete.

 

 

· Informa a tus familiares sobre el tipo de regalos que quieres para tus hijos.

 

 

· Entérate de  si hay una ludoteca cerca de tu casa.

 

Considera la posibilidad de compartir los juguetes más grandes y caros con los amigos y vecinos. Pregúntales si están interesados en intercambiar juguetes. Intenta dar ejemplo, evitando la obsesión por los “juguetes para adultos” (¡reprímete!).La revista Integral ha publicado numerosos artículos, aportando sugerencias sobre el juego y los juguetes (nos. 27, 60, 61 y 62) o cómo hacerlos (nos. 32, 68, 73, 84). También es de interés el que informó sobre “juguetes tóxicos”, aparecido en el no. 109.

 

 

 

¿A QUIÉN BENEFICIA REFLEXIONAR SOBRE EL JUEGO Y LOS JUGUETES?

 

 

A ti

 

Tu paciencia y tu bolsillo saldrán ganando si además de reducir el número de artículos de juego, éstos son más seguros e imaginativos. En tu casa disfrutaréis de más espacio y los niños se aburrirán menos.

 

 

A otras personas

 

Los que más se beneficiarán de este cambio de actitud serán tus niños, quienes –aunque a veces carezcan aparentemente de capacidad para discernir- se dan cuenta de cuándo un juguete está mal hecho y no es imaginativo. Es posible que incluso aprendan a disfrutar ordenando sus escasas pero muy queridas posesiones.

 

 

Al medio ambiente

 

Reducir el número de juguetes también implica limitar el empleo de recursos –en su mayor parte no renovables- y crear menos basura. Si poseen menos cosas materiales, tal vez aprecien más salir de casa, explorando el mundo que les rodea.