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Aunque nadie haya podido cuantificar el
problema, la gran mayoría de los hogares están llenos de cosas
que rara vez o nunca se usan. Don aslett, escritor estadounidense,
asesor de limpieza y acuñador de la palabra <junkosis> (basurisis),
supone que, más o menos, el 80% de lo que poseemos nos sobra, y
que solo el otro 20% son cosas realmente útiles y agradables.
Aslett explica el caso de una señora de
clase media, de 55 años, en cuyo armario se encontraron cinco
encendedores, 47 pares de zapatos, un montón de periódicos
viejos, varias raquetas de tenis, catorce cajas con novelas rosa
y seis collares de perros. La moraleja sería que cuando la casa
se hace pequeña para guardar las cosas, lo que hay que hacer es
deshacerse de ellas, en vez de empeñarse por una casa más
grande. Todo lo que guardamos y almacenamos pero nunca usamos
retira recursos de la circulación, y nos colma de trabajo y
preocupaciones.
Mientras tanto, los fabricantes y anuncios
nos invitan a comprar más y a sustituir más a menudo lo que ya
tenemos. La importancia concedida a poseer cosas parecer haber
aumentado dramáticamente en los últimos años: con los precios
corregidos, ahora gastamos el 30% más en artículos duraderos
para la casa que en 1976.
Una lista de bodas reciente de una
importante tienda londinense contenía más de 450 objetos <esenciales
en una casa nueva> y las de nuestro país se aproximan cada
vez más a ese modelo.
Debemos reflexionar antes de añadir algo a
lo que ya tenemos, sea comprado, prestado o regalado, y aprender
a vivir de forma más sencilla y elegante. No es necesario que
solo nos rijamos por criterios de utilidad, pero si debemos ser
exigentes con los objetos que adquirimos por su estética. Con
demasiada frecuencia caemos en barroquismos tan molestos para la
actividad cotidiana como, simplemente, cargados de mal gusto.
Hemos de replantearnos el concepto de nuestra casa como un lugar
lleno a rebosar de objetos, y resistir a la presión de seguir la
ultima moda y tendencia al adquirir otros nuevos.
En la medida de lo posible, debemos reducir
nuestra dependencia de las posesiones materiales y hacer un
renovado hincapié en su calidad, en vez de en su cantidad.
·
No dejes que entre en tu vida o en tu casa algo que no necesitas;
de ser así, tiende a eliminarlo.
·
No compres nada (excepto cosas necesarias, como bombillas) solo
porque algún día lo uses. No caigas en la tentación, aunque
sean gangas y ofertas gratuitas.
·
Aprende a decir <no> cuando alguien te ofrezca cosas que no
necesites.
·
Haz limpieza general