Los antecedentes del
diablillo de Descartes hay que fijarlos en los intentos de fabricar
aparatos para medir la temperatura. Uno de los primeros queda reflejado
en la lámina 57. Un pez hueco y perforado y otro macizo suben y bajan en
el agua de la copa en función de la temperatura. Otro intento de
fabricar termoscopios es el que equivocadamente Schott (1657) asigna a
Magiotti, un aparato siempre cerrado y sin posibilidad de ejercer
presión. Algo similar representa el padre Lana (1686). Sturm (Lámina 59)
refleja el experimento florentino, que funciona como un termoscopio, y
el experimento stutgardiano que lo hace como un termo-baroscopio. Un
grabado similar representa Leopold (1727).
Stocchetti (1705) utiliza un diablillo para demostrar el efecto de la
presión hidrostática sobre él, al aumentar el nivel de agua del
recipiente.
El Holandés ´sGravesande mete el recipiente con diablillos en una
campana e introduce aire en ella aumentando la presión.
La turbina de Segner (1750) se considera la primera máquina hidráulica
de eje vertical eficiente. El autor se inspiró en el diablillo
cartesiano y el giro que provoca en él la salida de agua por el rabo
retorcido.
Péclet (1847) representa un diablillo clásico pero lastrado de una
manera muy precisa. Similar precisión al ejercer la presión consigue
Ganot (1866) con un pistón en la parte superior, que le permite ser muy
sensible y mantener el diablillo a diversas alturas por tiempo
indefinido.
El diablillo representado por Meiser y Mertig (1891) permite observar
con mayor claridad la entrada de agua en el montaje.
Llinderstrom-Lang (1937) inicia la utilización de pequeños diablillos
para cuantificar el oxígeno consumido por diversas células en su
reproducción, en función de la presión necesaria para volver al
diablillo a su nivel inicial. A este autor seguirá Zeuthen (1947) y
otros que modifican las máquinas, pero siguen utilizando pequeños
diablillos.
LÁMINAS DE LA EXPOSICIÓN CON ESTE TIPO DE
DIABLO CARTESIANO
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